El Papa emite su bendición «Urbe et Orbi» ante 150 mil fieles en plaza San Pedro

El Papa concedió la bendición «Urbe et Orbi» ante unos 150 mil fieles que se congregaron en la Plaza San Pedro. Pidió por la paz y el cese de todos los conflictos armados en el mundo. Este sábado, llamó a que los creyentes «reciban la fe que Jesús encendió» y la lleven «a los confines de la tierra»Ante una plaza San Pedro colmada por 150 mil fieles, Francisco pidió en su mensaje pascual por el fin del hambre en el mundo y el cese de todos los conflictos armados. «Ayúdanos, Jesús, a derrotar el flagelo del hambre, agravado por los conflictos y por los inmensos derroches de los que somos cómplices», fue la plegaria que el Papa elevó este domingo en el Vaticano. Los analistas especializados convocados por los medios italianos para seguir el mensaje papal optaron por definir al mensaje como «un rezo o una letanía más que un discurso» por la permanente evocación a Jesús que realizó Francisco. «Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente», clamó el Sumo Pontífice y pasó a pedir por la paz en los conflictos de Siria, Venezuela, Ucrania y la disputa entre Palestina e Israel, entre otros.
Vestido con hábitos simples litúrgicos blancos y amarillo pálido, y no dorados, como suele ser la tradición, el argentino ingresó a la plaza junto con numerosos cardenales y obispos. Más de 35.000 flores, narcisos, lirios, tulipanes, jacintos, rosas, magnolias (muchas blancas y amarillas, los colores del Vaticano) adornaban la plaza gracias al regalo de un grupo de floricultores holandeses.
La bendición «Urbi et Orbi» se imparte sólo dos veces al año, el domingo de Pascua y el día de Navidad, y concede la indulgencia plena a los fieles que la reciben, incluso a través de los medios de comunicación, según recordó el propio Francisco en su mensaje. Minutos antes, tuvieron lugar la Misa de la Resurrección y el canto pascual de la Liturgia bizantina para celebrar que este año el occidente y el oriente cristiano festeja la Pascua el mismo día.

A continuación el texto completo del mensaje del Pontífice:

Queridos hermanos y hermanas, Feliz y santa Pascua.

El anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia esparcida por todo el mundo: « Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí. Ha resucitado… Venid a ver el sitio donde lo pusieron» (Mt 28,5-6).

Esta es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo. El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte.

Por esto decimos a todos: «Venid y veréis». En toda situación humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido… «Venid y veréis»: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto.

Con esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor resucitado.

Ayúdanos a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que tenemos un Padre y no nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte.

Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices.

Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono.

Haz que podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema pobreza.

Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres queridos, por haber sido injustamente arrancados de su afecto, como tantas personas, sacerdotes y laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo.

Conforta a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde poder esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces, profesar libremente su fe.

Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente.

Te pedimos por Siria: la amada Siria, que cuantos sufren las consecuencias del conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto tiempo.

Jesús glorioso, te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia fratricida en Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos.

Te invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la República Centroafricana, se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.

Y te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia fraterna.

Que por tu resurrección, que este año celebramos junto con las iglesias que siguen el calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de paz en Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País. Que como hermanos puedan hoy cantar Хрhctос Воскрес.

Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que has vencido a la muerte, concédenos tu vida, danos tu paz. Queridos hermanos y hermanas, feliz Pascua.

 

Saludo

Queridos hermanos y hermanas:

Renuevo mi felicitación pascual a todos los que, llegados desde todas las partes del mundo, os habéis reunido en esta Plaza. Hago extensiva esta felicitación pascual a cuantos se unen a nosotros a través de los medios de comunicación social. Llevad a vuestras familias y a vuestras comunidades la alegre noticia de que Cristo nuestra paz y nuestra esperanza ha resucitado.

Gracias por vuestra presencia, por vuestra oración y por vuestro testimonio de fe. Un recuerdo particular y agradecido por el regalo de las bellísimas flores, que vienen de Holanda. Buena Pascua a todos.

 

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