Mientras este 21 de enero el país celebra la fiesta de la Virgen de la Altagracia y miles viajan a Higüey, con fe y esperanza en la madre que no los abandona, la misma devoción motiva la tradicional novena que se celebra en Los Berroa, a escasos dos kilómetros de San Antonio de Guerra.
La celebración
La celebración a la Virgen de la Altagracia, el 21 de enero, se inició con el triunfo en la batalla contra los franceses en La Limonade, al Norte de Haití, en el año 1691. En 1650, el Canónigo Luís Gerónimo de Alcócer, describe la llegada de la Virgen de la Altagracia al país y la actitud de los creyentes, que “llevan en romería a esta santa imagen de Nuestra Señora de Altagracia, de toda isla y de las partes de las Indias que están más cerca. Señala que cada día se ven los milagros que “por ser tantos ya no se averiguan ni escriben”. Por petición de Monseñor Meriño fue aprobada la fecha de celebración de la fiesta de la Virgen de la Altagracia el 21 de enero, y por ley declarada no laborable, fiesta nacional y religiosa en todo el país, durante el gobierno de Horacio Vásquez, quien era devoto de la Virgen de Altagracia. En el libro “Nuestra Señora de la Altagracia” de Monseñor Ramón Benito de la Rosa, editado en 1997, se explica que la imagen de la virgen apareció en un naranjo y en ese mismo lugar se construyó una ermita. Para 1572 se edificó un santuario, el primero de América. Actualmente la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia es el templo en su honor más conocido del país y fue consagrada en 1972. El documento escrito por el canónigo dominicano Jerónimo de Alcocer, refiere que la imagen fue llevada a Higüey por los hermanos Antonio y Alonso Trejo que para 1514. Este documento fue encontrado en la Biblioteca Nacional de Madrid por el historiador Emilio Rodríguez Demorizi y publicado en 1942.
Foto: capilla Virgen de la Altagracia en Los Berroa mientras se celebraba el último día de la novena.