Taipei / Francisco Luis Pérez / EFE
Tsai Ing-wen asumió hoy como nueva presidenta de Taiwán con la intención de establecer el equilibrio entre unas relaciones amistosas con China y una defensa de la democracia y la personalidad propia de la isla. En su discurso inaugural, Tsai reconoció «el hecho histórico» que supuso la reunión en 1992 entre China y Taiwán, pero no que allí se llegase al «Consenso de 1992» («Una China, dos interpretaciones»), que no mencionó explícitamente como tampoco que Taiwán fuese parte de China, como le exigía Pekín.
El «Consenso de 1992», base los actuales lazos entre ambos, es una fórmula ambigua que permite que tanto Pekín como Taipei se consideren parte de «China», interpretando «China» cada uno a su manera: la comunista para unos y la democrática para otros. Tsai no mencionó «una China», ni que «Taiwán es parte de China», pero sí que entre Taipei y Pekín hubo en 1992 «un reconocimiento común de dejar de lado las diferencias para buscar un terreno común».
«Manejaremos los asuntos a través del Estrecho (de Formosa, que separa a ambos), de acuerdo con la Constitución», señaló Tsai, en un reconocimiento indirecto de que la isla pertenece a China, pero no la comunista sino a la República de China, nombre oficial de Taiwán. Con la llegada de Tsai al poder, Taiwán pone fin a una era política de control del Partido Kuomintang, más amigable con China.