Londres. EFE | Viviana García
El triunfo del «brexit» en el referéndum del jueves en el Reino Unido ha forzado la dimisión este octubre del primer ministro, David Cameron, cuyo aviso sobre las consecuencias de la salida no fueron suficientes para convencer al electorado.
Como un auténtico terremoto político, con repercusiones nacionales e internacionales, Cameron anunció visiblemente emocionado ante su residencia de Downing Street que había informado a la reina Isabel II su intención de renunciar después de que la población apoyase la salida de la UE con el 51,9% de los votos.
El resultado del plebiscito, sobre el que los analistas habían anticipado que podía ser ajustado, causó una gran conmoción porque los políticos y la prensa consideraron que el desenlace final se decantaría, no obstante, a favor de la permanencia.
Una hora después de conocerse el resultado oficial en Manchester, en el norte de Inglaterra, Cameron salió a la puerta del 10 de Downing Street junto a su esposa, Samantha, para comunicar su dimisión y subrayar que la voluntad del pueblo debía ser respetada.
Con la voz por momentos entrecortada, el «premier» dijo que se sentía honrado por haber servido al país desde 2010 y prometió hacer todo lo posible por ayudarlo a prosperar en el futuro.
Su intensa y apasionada campaña en favor de la permanencia, que contó con el respaldo de instituciones internacionales y del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no fue suficiente para convencer a una población inquieta por el aumento de la inmigración.