Disputas, posibles guerras y crisis por falta de agua

 

Disputas, posibles guerras y crisis por falta de agua

Ramón Arturo Guerrero. Revista Amigo del Hogar. Julio-Agosto 2015

Veinte o 30 años atrás el agua no era tema de preocupación más que en aquellos países que sufren sequias crónicas. La escasez de agua, que es la falta de suficientes recursos hídricos para satisfacer las demandas de consumo en una región, afecta actualmente a 2 mil 800 millones de personas repartidas en todos los continentes, las cuales afrontan escasez del líquido durante al menos un mes cada año. En peor situación están los mil 200 millones que carecen de acceso a agua potable. Más común todavía es el estrés hídrico, o sea, la dificultad de obtener fuentes de agua potable durante cierto período. En nuestro país, por ejemplo, es crónica la crisis hídrica, una situación que se produce cuando la disponibilidad de agua no contaminada dentro de una región es inferior a la demanda de agua en esta región. La escasez de agua que afecta hoy día a regiones y países enteros, es impulsada por dos fenómenos que convergen: el creciente uso de agua dulce y el agotamiento de las fuentes.

Distribución y uso del agua

El agua cubre el 71 % de la superficie de la tierra Se halla principalmente en los mares, donde se concentra el 96.5 % del total; los glaciares y casquetes polares retienen el 1.74 %, los depósitos subterráneos (acuíferos), las tierras congeladas (permafrost) y los glaciares continentales contienen el 1.72 % y el restante 0.04 % se reparte en orden decreciente entre lagos, humedad del suelo, la atmósfera, los embalses, los ríos y los seres vivos. Aunque a uno le parezca que los ríos contienen mucha agua, en realidad estos llevan una proporción insignificante del volumen mundial. En cuanto al uso, la agricultura absorbe 70% del agua, la industria y la minería 5%, la ganadería 3%. El consumo doméstico absorbe el 22% restante.

Contaminación, sequías y desperdicio

Si toda el agua del planeta cumpliera su ciclo natural no faltaría una gota. Pero, los factores inducidos por el hombre han llevado a un desbalance por regiones que afecta el suministro del líquido para satisfacer las necesidades humanas. Dado que el hombre solo consume agua dulce, que apenas alcanza a 3.5% del total mundial, no hay para donde extenderse en su búsqueda. En algunas regiones, principalmente desérticas, la sequía limita mucho el suministro, en otras la contaminación hace imposible o peligroso el empleo del agua disponible, mientras en la mayor parte de los países periféricos gran parte del agua que llega a los centros urbanos se desperdicia, como es el caso de Republica Dominicana. Al respecto explicó Alejandro Montás, director de a CAASD: “El consumo medio mundial del agua potable es de 200 litros por persona por día, el consumo del dominicano es de 450 litros por persona por día. Hay dos razones fundamentales: pérdidas ocasionadas por nuestras redes por fugas y averías, por mal estado de nuestras redes; falta de racionalidad y de consciencia de la ciudadanía al uso del agua potable desde el punto de vista de que la desperdician, no la ahorran, y el gran almacenaje en cisterna, en tinacos y en tanques, en cubetas y donde pueden almacenar cualquier recipiente por falta de un servicio adecuado de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo que tenemos que servir (Diario Libre, 12 de mayo de 2014).

Posibles conflictos

Dos ejemplos nos permiten advertir los posibles tipos de conflictos a que se enfrentarán grandes segmentos de la humanidad en los próximos años en torno al agua. Uno es generado por el desigual crecimiento de la población y el suministro de agua. Este es el caso de Santo Domingo y de Santiago, Republica Dominicana, aunque el ejemplo citado corresponde a Sao Paulo, Brasil. Una situación muy parecida afronta la población del Distrito Federal, en México y áreas de California, Nuevo México, Colorado y Arizona, en Estados Unidos, que dependen del agua trasvasada del rio Colorado. El otro ejemplo es resultado de la competencia por el agua entre empresas poderosas y las poblaciones locales, un caso que se da en El Salvador, pero que puede ocurrir en cualquier parte. El primer caso es presentado por Raúl Zibechi en La Jornada del 12 de junio pasado:

La tormenta sistémica ya está aquí. El Gran São Paulo tiene 22 millones de habitantes, en 39 municipios. Es la mayor ciudad de América Latina y una de las más pobladas del mundo. El verano pasado los reservorios de agua que la abastecen cayó a mínimos históricos de 5 por ciento de su capacidad. Hubo cortes de agua en algunas regiones y restricciones en otras. La región vive lo que los especialistas denominan un ciclo de escasez de agua que puede durar 20 o 30 años, algo bien diferente a una sequía puntual, como era habitual en otros periodos históricos en que no existía lo que conocemos como cambio climático (Opera Mundi, 6 de mayo de 2015). Lo que indican estos datos es que con casi total certeza en algún momento de los próximos años habrá un drástico corte de agua en una de las megaciudades del mundo, a pesar incluso de las obras que el gobierno estatal está realizando a las apuradas, antes que comience un nuevo verano. Ante una situación tan grave como esta, el Comando Militar del Sureste se viene movilizando, realiza debates y operaciones militares. No para proveer agua a la población, sino para prevenir el caos social ante un posible corte de agua, ya que consideran la sequía como un caso de seguridad pública. El 27 de mayo un comando de entre 70 y 100 militares armados con ametralladoras ocupó las dependencias de la compañía Sabesp (Saneamento Básico de São Paulo), previendo una eventual necesidad de ocupación en caso de crisis, según el comunicado del ejército (El País, 27 de mayo de 2015). Toda el área del complejo de la empresa es considerada estratégica y la acción forma parte de las actividades militares preventivas para la preservación del orden público y protección de las personas y del patrimonio, sigue el comunicado. Un mes antes, el 28 de abril, el Comando Militar organizó un debate destinado a un público de oficiales, soldados y profesores universitarios simpatizantes de los militares, en cuya mesa estaba el director de Sabesp, una delegada de la Federación de Industrias de São Paulo, un profesor de ingeniería y el jefe militar del sureste. El objetivo era trazar un panorama técnico, político y social sobre la crisis hídrica. La crónica señala que la posibilidad de un corte de agua “provoca escalofríos en la cervical del establishment del estado”, que los militares consideran que la población ideal de la ciudad debería ser de sólo 4 millones y que el conglomerado urbano puede quedarse sin agua a partir de julio de este año. El director de Sabesp, Paulo Massato, fue muy claro al considerar las consecuencias sociales: Será el terror. No habrá alimentación ni energía eléctrica. Será un escenario de fin del mundo. Son millones de personas y estallará el caos social. No será sólo un problema de desabastecimiento de agua. Será mucho más serio que eso (Opera Mundi, 6 de mayo de 2015). Pero el que dio el campanazo fue el general João Camilo Pires de Campos, el comandante militar del sureste, quien citó al ex presidente de la dictadura militar Ernesto Geisel (1974-1979): En época de vacas flacas es necesario atar el ternero. Para ellos, el ternero somos los sectores populares, como vemos. Las revistas militares abordaron también el tema. Una de las más importantes destaca que en noviembre pasado la tensión era tan grande que la policía militar está llevando los camiones pipa con escolta hacia algunos puntos de la ciudad, sobre todo en la periferia, porque sectores populares apoyados por milicias están atacando los camiones de abastecimiento para saquear el agua (Defesanet, 30 de noviembre de 2014). Citando a cientistas sociales, Defesanet asegura que grandes cambios fueron precedidos por alteraciones climáticas como la historia nos muestra en la Revolución Francesa, a la vez que asegura que São Paulo muestra que las convulsiones sociales son una constante en las grandes ciudades. Pero uno de los hechos más sintomáticos que revela la publicación es que desde octubre del año pasado, cuando la sequía hacía temer cortes de agua, el gobierno estaba enviando militares para cursos con la SWAT (Special Weapons and Tactics), policía militar especializada en manifestaciones en Estados Unidos. Y agrega que existe la posibilidad “de grandes flujos migratorios hacia regiones donde aún existe agua (…) lo que llevaría al agotamiento de los recursos naturales, con gravísimos conflictos sobre el agua y la tierra, incluyendo la propiedad privada” (Defesanet, 27 de mayo de 2015). Finalmente, la revista alerta que la crisis hídrica puede provocar insurrecciones, levantamientos sociales graves y hasta revoluciones armadas que podrían extenderse a todo el estado de São Paulo y a estados vecinos como Río de Janeiro y Minas Gerais, donde viven 100 millones de personas.

Maribel Hernández, de eldiario.es, de España, ofrece esta otra historia sobre agua.

El uso de un acuífero para hacer Coca-Cola amenaza el agua de 30,000 personas. Unas 100,000 cajas de Coca-Cola salen cada día de Nejapa, un municipio salvadoreño de 30,000 habitantes, ubicado a tan solo 21 kilómetros de la capital del país. Desde hace casi veinte años, la empresa embotelladora de Coca-Cola en El Salvador, La Constancia/Sab Miller, elabora, comercializa y distribuye esta bebida y otras marcas de la conocida multinacional de refrescos en toda Centroamérica. Para producir un litro de Coca-Cola se necesitan dos litros de agua y en Nejapa, en medio del país con menor disponibilidad hídrica de la región, hay un acuífero estratégico. Un reciente informe de Alianza por la Solidaridad, que recoge el trabajo realizado por el Foro del Agua, denuncia que los nuevos planes de ampliación, que tienen como objetivo la producción de agua embotellada de otra marca [Cristal], tendrá consecuencias aún más críticas para el acuífero y la población. El estudio, elaborado por un reconocido hidrólogo en el país, Julio Quiñonez, concluye que el proyecto puede acabar con el agua del acuífero en los próximos 27 o 30 años. Con la ampliación, la empresa pasaría de consumir 39.31 litros por segundo a 69.83 Pero efectos de la actividad de la embotelladora ya son notorios, aseguran los vecinos de Nejapa. Esta importante reserva natural suministra agua a casi la mitad de la población de la capital y es clave para los 30,000 habitantes del municipio. La gran paradoja es que, mientras los nejapenses observan a diario el ir y venir de camiones cargados de bebidas, el 40% de los hogares no tiene acceso al agua potable y en aquellos donde existe, el suministro no llega de manera continua y el coste es elevado. eldiario.es se ha puesto en contacto con La Constancia, así como con Coca-Cola Company y Coca-Cola España pero en el momento de publicar esta información continúa sin recibir respuesta. Varias ONG han lanzado una campaña de firmas contra la actuación de la multinacional en El Salvador. «Hay más Coca-Cola que agua», dice al otro lado del teléfono el líder comunitario Inés Flores. «La Coca-Cola la vemos en todas partes, está en todos los lados, hay quien deja de beber refrescos naturales pero la Coca-Cola no debe faltar. No somos conscientes del daño que nos causa la Coca-Cola», subraya Flores, uno de los nejapenses que se ha dado a la lucha contra el gigante de las bebidas carbonatadas y su embotelladora, a la que acusan de no revertir en la sociedad los beneficios que obtiene de sus recursos y que, en 2013, presentó una solicitud para ampliar sus instalaciones con el propósito de producir allí agua embotellada de la marca Cristal. Los estudios geológicos realizados por estas organizaciones advierten del colapso del acuífero. La ampliación solicitada por la empresa supondría una explotación al 200% de su capacidad de recarga. Por este motivo, alertan, el agua se agotará en los próximos 27 o 30 años. «La gente ve una inminente amenaza, el río se está quedando sin agua, se sienten engañados. Cuando se acaben nuestros recursos la empresas se irán, quienes nos quedaremos con el problema seremos nosotros, eso la gente lo tiene claro», afirma Karen Ramírez, gerente del programa de Agua y Saneamiento de la organización Provida. «Una inmensa mayoría de las comunidades rurales no cuentan con agua, nosotros la tenemos racionada, tenemos agua cada dos o tres días mientras que las multinacionales extraen una cantidad enorme por segundo», resalta Ines Flores al tiempo que destaca cómo esta escasez acaba generando problemas de higiene o epidemias. «Hay una comunidad que se llama Tutultepeque, a un kilómetro de ella baja un río sucio al que van a parar aguas negras de la capital y ahí va la gente. Han hecho un orificio a la orilla del río y de ahí llenan agua», añade este hombre que ha liderado protestas al grito de «el agua no se vende, el agua se defiende».

articulo de opinión, responsabilidad del autor

 

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